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Empleado del cinematógrafo Pascualini, en octubre de 1906, traba pendencia con Francisco Núñez Miranda y le dispara un tiro mortal:

El crimen de ayer
A las dos y media de la madrugada de ayer fue muerto de un tiro en la frente Francisco Núñez Miranda, de 25 años, soltero, oficial de una escribanía.
El sangriento suceso se desarrolló en la explanada de la Tinajilla frente a un establecimiento de bebidas.
Núñez había estado en unión de dos amigos recorriendo la noche anterior algunas tabernas y por la calle Real de Cartuja donde, con motivo de la procesión, había enorme concurrencia.
Los tres pasaban el rato divirtiéndose alegremente y teniendo algunos tropiezos a causa de la bebida que les puso en estado de embriaguez.
Llevaban una calabaza enorme, partida por la mitad, bromeando con ella a los transeúntes, haciendo reír a unos o teniendo disgustos con otros.
A la entrada de dicha calle fueron amonestados por los agentes de policía y cacheados sin encontrarles arma alguna y más tarde por el inspector señor Maldonado.
Francisco Núñez trabó pendencia en la expresada calle con Agustín Fernández López, de 22 años, habitante en la calle Parra y empleado en el cinematógrafo Pascualini, sin que pasaran las cosas a mayores por la intervención amistosa de varias personas.
A la expresada hora volvieron a encontrarse en dicho establecimiento de bebidas Francisco y Agustín, reanudando de nuevo la disputa, que por momentos se fue agriando hasta el extremo de que salieron a la calle y sacando este último un revólver disparó un tiro a Francisco que cayó muerto instantáneamente.
El proyectil le entró por encima de la ceja derecha.
El agresor se dio a la fuga.
Al ruido del disparo acudieron primeramente los guardas del Triunfo y los serenos de los partidos próximos que fueron en busca de la policía y a dar aviso al juzgado de guardia.
A poco llegó el jefe de vigilancia señor Peña, el inspector de ronda señor Amador y varios agentes, que fueron en persecución del agresor logrando capturarle en su domicilio y ocuparle el revólver.
En el lugar del suceso se personó el juez Sr. Burgos Pérez de Hita y el actuario Sr. Prieto, instruyendo las primeras diligencias y ordenando el levantamiento del cadáver.

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El defensor de Granada, Granada, 16 de octubre de 1906, p. 2.

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