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Manuel Machado comienza sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, antes de completarlos con un bachillerato y una licenciatura en Filosofía y Letras (1897) por la universidad de Sevilla. Instalado luego en Madrid, lleva una vida bohemia y va publicando sus poesías en revistas como El Álbum Ibero-Americano. En 1898, sale para París donde trabaja para la editorial Garnier. En la capital francesa publica su primer libro Alma que se inscribe en el simbolismo. En 1903, regresa a España donde desarrolla una intensa actividad literaria y colabora en publicaciones como el diario ABC o revistas como Blanco y Negro. También estrena Amor al vuelo y publica su libro Caprichos. En 1906, publica un artículo, en el diario España Nueva, dedicado al cinematógrafo:

FILOSOFÍAS DE VERANO
LA VERDAD CINEMATOGRÁFICA
Cuando en el cinematógrafo se representa una comedia, una historieta, una pantomima cualquiera, yo me aburro solemnemente... como en el teatro. La ficción de la vida, amañada para una moraleja, ó simplemente para divertir al público, me repugna, me choca y me pone de mal humor. ¿Qué queréis? Detesto el teatro, como no sea fantástico y poético, y estos dramitas y comedias de salón que hoy se estilan, con problema ó sin él, se me hacen insoportables.
En cambio, cuando en la tela cinematográfica se reproducen escenas de la realidad; cuando los personajes que por allí desfilan no son personajes, sino personas; cuando todo lo que allí se ve ha pasado y no ha posado; cuando se nos representa la revista militar, las carreras de Longchamps, la boda regia, la corrida de toros, la catástrofe de San Francisco, cosas rigurosamente históricas, yo gozo infinitamente y además filosofo.
Filosofo... Empiezan por gustarme más los cuadros, cuyas figuras me son desconocidas. Estos añaden á su punzante sabor de realidad un dejo do misterio y de poesía espeeialísimo...
Muy notable está el Bombita pasando á su toro sobre aquella tela iluminada, tal como lo hizo, con riesgo de su vida, sobre la arena nacional el día_ tantos de tantos... Bueno es ver ai caballerizo mayor subir y bajar, sin cansarse, la escalerilla de los Jerónimos, tantas veces como las subió y bajó realmente con ocasión de la boda... Célebre parece mirar cómo desfila el 5.º montado por la llanura de Carabanchel, tal como bajo el sol tremendo lo contemplábamos trotar aquel día... ¡Maravilla es esto de hacer volver el pasado al galope de una cinta impresionada! ¡Gran cosa es, además, el encanto de la verificación!
Pero... ¿y aquella multitud que se apiña en torno de los book-makers de Longchamps, aquel señor gordo que sigue con los gemelos las peripecias de la carrera, aquel otro flaco que trae de las riendas al caballo, aquel pobre yokey que cae y tal vez se mata (¿se mató aquel yokey?), aquella deliciosa y adorable miss yanqui, que atraviesa guiando su pitter las desoladas calles de San Francisco, la antigua California?... ¡Ah! estos sí que son, y no sabemos quiénes; pero son, y nos obligan á pensar en ellos, con el vago deseo de adivinarlos... Nos hemos asomado á su vida por un solo momento y el sabor nos queda, y la inquietud de saber qué hacen ahora, y si viven, y cómo sienten. Son en cierto modo amigos nuestros, sin que ellos lo sepan ni lo sospechen...
¡Oh, encante de la vida y de la verdad! ¡Oh, la verdad cinematográfica, verdadero presente imperfecto, ayer en hoy, tiempo nuevo que habrá de añadirse á nuestros verbos por obra y gracia de estas películas sugestivas que así dan que reir á los chicos del barrio y que pensar á los filósofos de verano!...
Manuel Machado

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España Nueva, Madrid, domingo 9 de septiembre de 1906, p. 2.

En 1917, decida varios artículos al cinematógrafo en la prensa madrileña: La cuestión del Cinematógrafo (El Liberal, Madrid, 1º de diciembre de 1916), El secreto del cine (El Liberal, Madrid, 22 de marzo de 1917), La cuestión del Cinematógrafo (El Liberal, Madrid, 23 de noviembre de 1917).

Sources

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