El Sr. Lumiere hizo gustar sucesivamente el espectáculo de la plaza Bellecour con los innumerables tranvías que se detienen, los viajeros que suben y bajan, etc., etc.
No es, pues, la imagen sola la que aparece, sino también la actividad y la vida.
Un solo aparato sirve para 300 vistas instantáneas que reproducen los movimientos hechos durante un minuto, produciéndose así en la retina la imagen del movimiento continuado.
La Unión católica, Madrid, 27 de noviembre de 1895, p. 1.